Lecturas: El decrecimiento
(Resumen realizado por Carmen Olivas)
SERGI LATOUCHE: Pequeño tratado del decrecimiento sereno, Barcelona, Icaria, 2009.
El propósito de la consigna del decrecimiento es la renuncia al objetivo del crecimiento ilimitado, cuyo motor es la búsqueda del beneficio con consecuencias desastrosas para el entorno y la humanidad.
Estamos condenados a crecer, es decir, la creación de necesidades en un mundo que se hunde bajo todo tipo de productos que se logra mediante:
1.-La publicidad, que crea y recrea la insatisfacción y la tensión del deseo frustrado.
2.-El crédito, que busca el beneficio a través de la expansión de la producción-consumo y la compresión de los costes.
3.-Con la obsolescencia planificada de los productos, la sociedad del crecimiento posee un arma absoluta del consumismo. Estos son los instrumentos con los cuales, el sistema, hace que hagamos del consumo nuestro estilo de vida y convirtamos el planeta en un vertedero de basura
Si el crecimiento generara bienestar, hoy deberíamos vivir en el paraíso, pero nos espera el infierno, porque ¿realmente creemos que es posible el crecimiento infinito en un planeta finito? El ser humano transforma los recursos en deshechos más rápido de lo que la naturaleza tarda en transformar esos deshechos en nuevos recursos.
El espacio disponible de la tierra es limitado. Son 51,000 millones de hectáreas, de los cuales 12,000 millones constituyen el espacio bioproductivo. Si lo dividimos entre el total de la población mundial tendremos 1.8 hectáreas disponible por cada persona. A esto hay que añadirle el impacto del hábitat y de las infraestructuras necesarias (necesidades de materiales, energía y superficies necesarias para absorber los deshechos de la producción y el consumo). Los expertos calculan que el espacio bio productivo que consume una persona es de 2.2 hectáreas, es decir 0.4 más de lo que deberíamos.
Pero esta “huella ecológica promedio” que se deja en el espacio bioproductivo esconde grandes disparidades: un ciudadano de Estados Unidos consume 9.6 hectáreas y 90 toneladas de materiales diversos; un canadiense 7.2 hectáreas; un europeo 4.5; un francés 5.6; un italiano 3.8. Si toda la humanidad viviera como los franceses se necesitarían 3 planetas Tierra, y si lo hiciéramos como Estados Unidos serían necesarios 6. La humanidad consume cerca del 30% más de la capacidad de regeneración de la biosfera, porque vivimos del patrimonio que quemamos en decenios, lo que el planeta ha tardado millones de años en fabricar. La huella ecológica de un ciudadano africano, por ejemplo, es de tan sólo 0.2 hectáreas.
El cambio debe ser una revolución que lleve al reparto de los recursos de una manera honesta y equitativa. Debe ser una revolución cultural que desemboque en la refundación de lo político, es decir, romper con el proceso de de culturización y despolitización que crean el fenómeno de las mayorías satisfechas; en realidad, un pueblo invisible, sin voz, manipulable por el poder mediático y las multinacionales.
El Decrecimiento es un proyecto político, es decir, una utopía que parte de que un mundo mejor es posible. Representa la articulación sistemática de ocho objetivos (un círculo virtuoso de 8 “R”s) interdependientes que generen un proceso de decrecimiento sereno, amable y sostenible:
1.- Revaluar.- Es necesario resaltar valores en relación a los valores dominantes actuales: altruismo frente al egoísmo, cooperación frente a la competencia, el placer y el ethos (los valores y actitudes) del juego frente a la obsesión por el trabajo, lo razonable, etc. Reemplazar la actitud del depredador por la del jardinero.
2.- Reconceptualizar-. Se impone redefinir/redimensionar los conceptos de riqueza vs pobreza, escasez vs abundancia.
3.- Reestructurar.- Significa adaptar el aparato productivo y las relaciones sociales en función del cambio de valores.
4.- Redistribuir.- Comprende la repartición de las riquezas y el acceso al patrimonio natural. Tendrá un efecto positivo en la reducción del consumo.
5.- Relocalizar.- Significa producir localmente los bienes y servicios esenciales para satisfacer las necesidades de la población con empresas locales financiadas por el ahorro local.
6.- Reducir.- Es necesario limitar el hiper consumismo, el despilfarro; reducir el turismo de masas, reducir el tiempo de trabajo y recuperar las dimensiones olvidadas de la vida.
7.- Reutilizar.
8.- Reciclar.
Estas acciones son revolucionarias, pero participan de un giro de regreso al pasado, tanto en la innovación como en la repetición. No es reaccionaria, pues si hay alguna reacción, ésta es una respuesta frente a la desproporción.
Entre la ocho “R”, el decrecimiento como proyecto da prioridad a la reevaluación, porque conduce al cambio y, por otro lado, en la relocalización que lleva a pensar en la biorregión, ecorregión o el ecomunicipalismo, es decir, en una comuna de comunas, en armonía con su ecosistema. Se trata de la existencia de un proyecto colectivo, enraizado a un territorio, como un lugar de vida en común y por tanto como un lugar que debe preservarse para el bien de todos. Es el reconocimiento de un espacio, de una identidad y de la capacidad de acción coordinada y solidaria.
La sociedad del decrecimiento implica proteccionismo contra las competencias salvajes, pero de gran apertura hacia espacios que adopten medidas similares. Es un nuevo tejido orgánico de lo local, una puntada en el tejido de relaciones transversales y solidarias con miras a experimentar prácticas de fortalecimiento democrático.
El programa de relocalización implica buscar la autosuficiencia alimentaria manteniendo la actividad de base de cada región, lo que haría que la huella ecológica sea menor (menor acumulación, menor refrigeración, menor transporte). La comercialización se realizará con otras regiones que hayan tomado las mismas decisiones, sosteniendo intercambios equilibrados. Buscará también una autonomía energética local y una política monetaria local.
La reducción es otra de las prioridades urgentes. El objetivo es desacelerar, resistir al imperio de la velocidad. Es hacer más y mejor con menos. La finalidad de consumir, en menor medida, los recursos del planeta es el de crear un excedente extraeconómico. Es luchar por la sobrevivencia de la humanidad, y la promesa para hoy de un mayor placer de vivir, una alimentación más sana, más recreación y una convivencia más amable.
La farsa del desarrollo sostenible mina tanto al hemisferio Sur como al Norte. Los peligros del crecimiento son planetarios pero, para el Sur, la baja huella ecológica y el Producto Bruto Interno no son necesarios ni aconsejables. En el Sur, debe quedar libre de los obstáculos que le impiden realizarse. Así, es claro que el decrecimiento en el Norte, es condición necesaria para que haya florecimiento en el Sur. El decrecimiento, aquí, se tendrá que organizar además con otras “R”: Ruptura con la dependencia, Reanudación del curso de la historia interrumpida por la colonización y el desarrollo, Recuperación de la identidad de una cultura propia, etc.
Concebir un modelo coherente y deseable de la sociedad de decrecimiento constituye la puesta en marcha de medidas simples que desencadenen círculos virtuosos de decrecimiento como:
1.- Recuperar la huella ecológica igual o inferior a un planeta
2.- Llevar a cabo los proyectos fiscales preconizados por la Asociación por una Tasa sobre las Transacciones especulativas para Ayuda a los Ciudadanos (ATTAC) o las 164 medidas del memorando del Llamamiento de Paris.
3.- Transformar las ganancias de productividad en reducción de tiempo de trabajo, a fin de lograr una disminución de dos tercios de nuestro consumo de recursos naturales.
La reducción del tiempo de trabajo y el cambio de su contenido son opciones de la sociedad y consecuencia de la revolución cultural convocada por el decrecimiento; ello implica un descenso cuantitativo y una transformación cualitativa del trabajo. Cambiando de vida resolveremos el problema del empleo. Es necesaria una política del tiempo que englobe la organización de la calidad de vida.
Crecimiento y desarrollo son, respectivamente, crecimiento de la acumulación del capital y desarrollo del capitalismo. El decrecimiento es la merma de la acumulación del capitalismo, de la explotación y de la depredación. La apuesta por el decrecimiento es la utopía de poder convivir amigablemente, combinada con la democracia ecológica.
1. “Pequeño tratado del decrecimiento SERENO, Serge Latouche, Icaria, 2009.